Hace algo más de un año publiqué un artículo de opinión categórico con el que muchos no estuvisteis de acuerdo, lo cual entra dentro de la normalidad porque de compartir todos la misma opinión, el mundo sería muy aburrido, si es que hubiese llegado a haber mundo. La historia es que el otro día me pasaron un vídeo que me hizo acordarme de ese artículo y aquí vengo, dispuesto a dar la murga una vez más.
El artículo en cuestión es Por qué el escritorio Linux es el mejor y no, el título no lo dice todo. Ni siquiera el texto, a juzgar por la conversación que generó… aunque la verdad es que, o al menos eso creo, quien se lo lea detenidamente, coincida o no con mi punto de vista, debería comprenderlo todo bien. Porque, y en esto sí estaremos todos de acuerdo, el término «escritorio» puede utilizarse para describir cosas distintas, pero yo me ceñí solo a una de ellas.
Hubo quien entendió lo de escritorio como un todo, como la plataforma sobre la que uno desarrolla su actividad, cualesquiera que esta fuere, en cuyo caso hay razones muy válidas para disentir con mi posición. Pero esto no es un Linux vs Windows vs Mac. Sí había un poco de eso, porque el artículo recogía otra opinión, que matizaba para, acto seguido, dar la mía. Y yo no hablaba de plataformas, de la experiencia de uso al completo, de si tal o cual componentes da problemas, sino del escritorio.
Del escritorio, sí. De ese conjunto de elementos que conforman la interfaz básica de lo que usamos cuando nos ponemos frente al ordenador. Yo hablaba de KDE Plasma, de GNOME, de Cinnamon, de Xfce… Yo hablabla de cómo las interfaces de escritorio de Linux y de la experiencia que proporcionan, por más problemas que tengan, que los tienen, son una opción superior a la de las alternativas comerciales, principalmente Windows. Y claro que uno puede estar en desacuerdo, pero…
Pero no voy a volver con eso ahora. De hecho, tengo pensado instalar Windows 11 para hacer una comparativa más detallada de cosas concretas y, por supuesto, si hay algo que más guste más de Windows lo diré. Pero llevo ya un tiempo usando Windows 10 de vez en cuando (instalación en disco, bien actualizada… y cien por cien legal, ojo: me pillé una de esas licencias baratas, primera vez en mi vida que pago por Windows…) y no hay color.
Es decir: Windows es un escritorio decente, no está mal, pero cuando comparas algo así, hecho por una de las compañías más grandes del mundo, con lo que han dado de sí proyectos como KDE o GNOME… Es como si un equipo de tercera regional pudiese ganarle al Barça o al Madrid tres de cada cuatro partidos. No hay por dónde cogerlo. Así veo las cosas usando Windows 10 y no creo que con Windows 11 sea diferente, pero mejor me zambullo antes de asegurar nada.
¿Y qué hay de macOS? Poco después de empezar mi andadura con Linux, allá por mediados de los 2000, usé Mac por un tiempo con bastante intensidad, pero desde entonces apenas he vuelto a tocarlo, más que para guarrear un poco en máquina virtual, así que no me atrevo a aseverar nada. Es en este punto en el que entre en juego el vídeo al que he hecho referencia al principio, uno publicado por el canal de YouTube The Linux Experiment que me ha parecido ilustrativo para el asunto que nos ocupa.
En el vídeo, el tipo usa macOS durante un mes para hacer una comparativa (con Linux, se entiende), siempre desde su perspectiva, gustos y necesidades, y aunque entra en derroteros -una comparación entre plataformas, hardware incluido, en el que todo se diluye- que se salen un poco del específico al que quiero atenerme, en general me ha gustado porque pone el foco en funciones concretas y lo hace bien, no se deja llevar únicamente por lo que le interesa.
Un pequeño ejemplo: cuando habla del acople de ventanas y lo cutre que funciona en macOS, no es que en Linux -o, para este caso, en Windows- funcione de una manera y en macOS de otra… Hablamos de convenciones de diseño bien establecidas durante años y en ese aspecto, Linux -y Windows, cabe repetir- está muy por delante. Es como si alguien defiende que un navegador no tenga pestañas porque las pestañas son solo una forma de hacer las cosas. Pues no.
Pero no me enrollo más. Os dejo con el vídeo, que está en inglés, pero que se entiende bien y si no, siempre os queda pasar de lo que dice y fijaros en lo que hace (al principio y al final hay un poco de publi).