Este es el post de Schrödinger, uno que según como lo leas te puede parecer clickbait o todo lo contrario, esto es, que el contenido se atiene estrictamente al titular del artículo y no solo eso, sino que lo hace con argumentos con los que puedes estar más o menos de acuerdo, pero argumentos al fin y al cabo. Ahora bien, esto es ante todo una opinión muy personal.
La chispa de esta entrada surge del artículo, también de opinión, publicado ayer por Steven J. Vaughan-Nichols, uno de los veteranos del mundo de Linux y el código abierto en lo que a cobertura informativa concierne. Es posible que lo conozcas porque ha escrito en decenas de sitios, aunque en los últimos años donde más se ha prodigado es en ZDNet. El artículo al que me refiero, sin embargo, está en The Register, un medio cuando menos pintoresco en las formas.
Claro que Vaughan-Nichols es estadounidense, no británico y se nota por cómo escribe… en The Register. Es por ello que el artículo que se marca, cuyo titular he copiado (y le he añadido la coletilla, que me ha hecho gracia y estamos en días festivos), es casi lo que parece: uno en el que, previa retahíla de batallitas de viejo linuxero, se ensalza el nivel actual de Linux en el escritorio, que lo cierto es que es bastante mejor de lo que los propios linuxeros solemos tener en consideración… con matices.
Vaughan-Nichols basa su artículo en exponer los puntos fuertes objetivos del escritorio Linux, es decir, de Linux como alternativa a Windows y Mac. Todo correcto hasta aquí. ¿Qué argumentos maneja que yo digo que son objetivos? Varios:
- Facilidad. Dejando a un lado a Mac por el simple hecho de que para la gran mayoría de usuarios del sistema de Apple hardware y software son un todo y raro será quien haya instalado el sistema por su cuenta, cualquiera de las distribuciones Linux dirigidas al común de los usuarios es por lo general más sencilla de instalar y administrar que Windows, entendiendo el administrar como configurar los aspectos básicos del sistema (el centro de control de Windows es realmente terrorífico) o instalar aplicaciones (qué gusto da tener prácticamente todo el software centralizado para su actualización en tiendas como Discover o GNOME Software).
- Seguridad. Que sí, que la seguridad absoluta no existe y las vulnerabilidades en el software están a la orden del día, pero que Linux es bastante más seguro que Windows es un hecho y si a la comparación con Mac le sumamos como consideración la libertad que ofrece uno y otro sistema… Aquí no hay discusión. Y no solo es más seguro por diseño, también por la rapidez en corregir fallos (de vez en cuando sale alguna noticia llamativa por algún agujero que lleva ahí desde los tiempos de Salomón, pero ocurre lo mismo en los demás sistemas).
- Privacidad y control. Sobran las explicaciones: Windows es un agujero negro y Mac, por mucho que a Apple se le llene la boca con lo que le importa la privacidad de sus usuarios, el férreo control -en Mac mucho menos, es verdad, pero aun así- que ejerce en sus plataformas da poco pie a la confianza.
Los puntos anteriores son con los que coincido. Hay otro argumento del autor para sostener que el escritorio Linux es el mejor que, sin embargo, se cae por su propio peso, y es que alude a la gratuidad del software, a que casi todo el software disponible para Linux es casi siempre gratis. Y no. Menciona, por ejemplo, a LibreOffice o GIMP como alternativas de Microsoft Office y Adobe Photoshop, respectivamente, y para mí pincha en hueso. Me explico.
Es cierto que LibreOffice o GIMP son dos aplicaciones muy buenas que pueden sustituir a sus contrapartidas privativas en muchos casos de uso, pero no sé a cuento de qué viene el traerlas a un artículo de este tipo, cuando ambas -y casi toda aplicación libre de renombre de las que nutren las distribuciones y repositorios de Linux- está disponible también para Windows y Mac, también de forma gratuita.
Además, justo la ausencia de software -todo lo privativo que tú quieras, pero referente en su categoría- como el mencionado y otro supone uno de los hándicaps del escritorio Linux para muchos usuarios. Es un hecho indiscutible que, no obstante, ha mejorado ostensiblemente en los últimos años gracias al auge de la web como plataforma independiente. Aun cuando es posible ejecutar aplicaciones como esas en Linux de manera cada vez más consistente, son las aplicaciones -servicios, más bien- web los que han revolucionado el panorama.
Así, a pesar de que las alternativas web de, por continuar con el ejemplo, Photoshop u Office no están todavía al nivel de sus versiones tradicionales, es ahí donde están poniendo su esfuerzo las compañías -se simplifica el desarrollo y se maximizan los beneficios con el modelo de suscripción- y el común de los mortales va sobrado con lo que ofrecen (sí, ese mismo común de los mortales que debería ir sobrado con LibreOffice o GIMP, pero sigue anclado en lo que conoce).
Esta sinergia protagonizada por las compañías de software y el desarrollo de la web, de hecho, beneficia a Linux, ya que trae versiones si no nativas, accesibles a la plataforma; pero en ningún caso desmerece a Windows o Mac.
Por el contrario, he echado en falta que en lugar de gratuidad, Vaughan-Nichols hablase con detenimiento de la libertad y transparencia que aporta el software libre, pilares sobre los que se asienta una seguridad y privacidad superiores, pero también otra clase de ventajas y valores… y no hace falta ponerse en plan evangélico para destacar la importancia del código abierto… o el software libre, como se prefiera.
Pero me voy a sincerar: cuando vi el artículo y la firma, esperaba algo aunque fuese ligeramente diferente a lo habitual. Repetir siempre lo mismo tiene su sentido, dado que no todos los potenciales lectores pueden haberse topado con un artículo de ese estilo, pero a mí, como te imaginarás, me supo a nada.
Me interesa más el tema del escritorio como herramienta concreta. Quiero decir que me gustaría encontrarme alguna vez con algún artículo que hablase de la superioridad del escritorio Linux sobre Windows a nivel de interfaz, una comparación de KDE Plasma, GNOME, Cinnamon y quizás alguno más, con ese monstruo de Frankenstein cogido con pinzas que es Windows. Con otras palabras, por qué los escritorios de Linux son los mejores y también incluyo a macOS, aunque no lo haya usado tanto.
Da la casualidad de que recientemente volví a instalar Windows (10) en disco, algo que no hacía desde 2012 o por ahí (y lo hice solo para viciarme a un par de juegos, a los dos o tres meses lo quité) y de verdad que la sensación al cambiar de un sistema a otro es tremenda, como quitarte una buenas deportivas y calzarte un zapato militar rígido e incómodo. Y lo peor de todo es que ni siquiera lo comparo con Plasma, que es lo mío: GNOME, Cinnamon… Ya lo he dicho: todo funciona mejor que Windows. Hasta cosas como Zorin OS o Deepin me gustan más.
Son gustos, pero no son colores. Son características, funciones (las tecnologías de fondo son otro cantar porque hay un poco de todo, bueno y malo)… Parece mentira que Windows esté desarrollado por una de las compañías más grandes del mundo -no he llegado a entrar en los montones de fallos que presenta Windows con cada actualización ¿eh?-y los escritorios de Linux por «gente en sus ratos libres» (no es así, pero se entiende). Cuesta creerlo. Y, sí, Windows tiene alguna que otra cosa mejor hecha que lo que se encuentra en Linux, pero son las menos y menguando.
Y, ojo, porque no digo que Windows sea malo: digo que el escritorio, o mejor dicho, los escritorios de Linux, son mejores.
Imagen: Flickr
Fuente obtenida de: https://www.muylinux.com/2022/04/14/el-escritorio-linux-es-el-mejor/